LA ANTÁRTIDA, NAVEGANDO HACIA EL FIN DEL MUNDO

Por: Teniente de Navío Nadia Rolandi. Dirección de Intereses Marítimos. Armada Argentina

El sexto continente es para muchos el último rincón del planeta por explorar, es también un lugar único en el mundo consagrado a la paz y a la ciencia asegurado mediante un acuerdo internacional: el Tratado Antártico.

Por su situación geográfica y clima hostil la única vida animal posible es sobre sus costas. Para acceder a este territorio en muchas ocasiones la única forma posible es a través de las aguas que lo rodean. El ser humano ha logrado establecerse, no sin esfuerzo, en bases y refugios que han servido para cobijar a las diferentes expediciones. El asentamiento permanente más antiguo data del año 1904, se trata de la base argentina Orcadas, ubicada en la Isla Laurie, un observatorio meteorológico que además también funcionó como primera estación radiotelegráfica.

La Antártida es un entorno desafiante, la corriente circumpolar antártica exige de la pericia y observancia de la tripulación de los barcos que desafían estas aguas. En tal sentido, por su cercanía y por su historia, es que desde hace varias décadas la Amada Argentina ha dictado un curso de navegación en aguas antárticas (NAVANTAR), con una etapa básica y una avanzada para lograr condesar toda la experiencia y poder transmitirla a todos aquellos osados navegantes.

La implementación a partir de 2017 del Código Polar sin dudas representa un hito en la mejorara de la seguridad en la navegación de estas aguas. Así, a fin de extraer lecciones aprendidas y continuar trabajando para una efectiva implementación, en el 2023 se realizó en Buenos Aires un taller con la participación de representantes de diversos países que realizan navegaciones polares. El mencionado código abarca todas las cuestiones relacionadas con la navegación en aguas polares: desde el proyecto y construcción del buque, equipamiento y funcionamiento, formación del personal abordo, la búsqueda y el salvamento, así como la protección del medio ambiente marino antártico. Contiene disposiciones obligatorias y otras meras recomendaciones para garantizar la seguridad y prevención de la contaminación. Asimismo requiere que los buques que tienen la intención de operar en las inhóspitas aguas del Ártico o de la Antártida soliciten un certificado para buque polar, obteniendo una clasificación que va desde a la A, buques aptos para navegar en hielo medio del primer año, B hielo delgado del primer año y  la C, siendo esta última categoría la habilitante para navegar en aguas libres o en condiciones del hielo menos rigurosas que las anteriores.

La severidad de las condiciones climáticas requiere que se adopten las medidas necesarias para garantizar la salvaguarda de la vida humana en el mar. En ese sentido, la Antártida es también un sitio de cooperación internacional, es con este espíritu que hace más de veinticinco años se lleve adelante una iniciativa binacional: la Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC). Desde aquel épico rescate comandado por el Teniente de Navío ÍRIZAR, a bordo de la corbeta ARA “URUGUAY”, en el año 1903 de la tripulación del Antártic que se ha visto la necesidad de contar con medios y conocimientos adecuados para efectuar una navegación segura en las inclementes aguas antárticas.

La PANC es una actividad de gran relevancia desarrollada por la Armada Argentina y la Armada de Chile durante la temporada de cruceros, entre el 15 de noviembre y el 31 de marzo, por ser la época del año con mayor presencia de tránsito marítimo en la región antártica. Su objetivo primordial es garantizar la asistencia pronta ante un caso SAR (búsqueda y rescate), otorgar un marco de mayor seguridad a la navegación y contribuir a mantener las aguas libres de contaminación al sur del paralelo 60º Sur.

La Antártida continúa siendo a pesar de los avances tecnológicos un desafío a la capacidad humana para sobrevivir y también para alcanzar acuerdos con nuestros congéneres.